A principios de siglo, el cine estadounidense produjo una exquisita película de suspenso, en lo personal la mejor de su tipo, sin sangre, sin violencia explícita, una obra de arte visual cuidada en todos sus aspectos, gráficos y cronológicos, urdiendo los hilos de las historias de los personajes, de lo a que primera vista pareciera una trama común y corriente de una película de espantos, convirtiéndola en una impactante patada de reflexión existencial. El cineasta chileno Alejandro Amenábar, director y escritor de “Los otros” (The others), nos regaló un estupendo filme en 2001, ganadora de varios premios internacionales.
Recuerdo perfectamente el día que vi esta película, fue en los cines de la Gran Plaza en la primera etapa (no existía la segunda), fui con la palomilla de la preparatoria. Todos sin excepción, salimos realizando la misma pregunta ¿y si somos los otros?
#peligrodespoiler para los más jóvenes, resumiré la trama en un par de líneas: ambientada después de la Segunda Guerra Mundial (1945) en una isla inglesa, vive una familia burguesa conformada por la madre y sus dos hijos pequeños, una niña y un niño. La historia inicia con la llegada de tres personas buscando trabajo para realizar las labores de limpieza, dos personas de edad avanzada y una muchacha muda. La madre, al tratar de organizar las actividades de la señora, el señor y la muchacha, tenía peculiares prácticas como cerrar todas las puertas con llave al entrar a cada habitación, su regla era cerrar con llave antes de abrir otra puerta, mantener las cortinas cerradas, justificando estas acciones por una grave enfermedad que sus hijos adquirieron, y uno de sus principales síntomas es la intolerancia a la luz solar. Al paso del tiempo la madre se sentía a gusto con los nuevos trabajadores, sin embargo, empiezan a suceder algunos acontecimientos inexplicables, las puertas y cortinas se empiezan abrir de golpe. La madre asustada cree que la casa estaba maldita, y que los demonios habían poseído su hogar. Resultó que los fantasmas y espíritus en la casa eran ellos mismos, desde la madre con sus hijos hasta el personal de servicio.
Cambiemos de película. En junio habrá elecciones, en el PAN ya decidieron a sus candidatos mostrando unidad y fuerza, en el PRI los valientes ya dieron un paso al frente para ser fusilados, pero en Morena, siendo el partido más joven, se ven muchos personajes políticos como “Los otros”, creyendo ser “ellos los vivos”, la diferencia es que estos personajes no se hacen la pregunta: ¿y si somos los otros? Empoderados por alguna extraña razón, siguen aferrados a ser NO ser “Los otros”.
No había encontrado una analogía más precisa y más ad hoc para describir este fenómeno político, había pensado en los boxeadores profesionales, en donde basta con noquear dos o tres veces para presumir al “próximo campeón mundial”, los vestidores están llenos de aduladores que pareciera ser que su única chamba es hablar de las bondades del “champs” en turno. Gracias a una plática de sobremesa con una buena amiga metida en la política, surgió esta atinada analogía que embona mejor con estos liderazgos de quienes se sabe que no tienen posibilidad alguna, sin embargo, ellos creen tener todas las cartas para poder dar una buena batalla política.
Se dice que el 15 de enero se darán a conocer quiénes competirán por la defensa de la 4T en los municipios de Yucatán, hoy en día todos son amigos de Huacho, ayer eran amigos de Verito, de Alpha y hasta de Rocio, y de algunos otros de “Los otros”.
Lo que es claro es que Huacho tendrá que jalar la carreta para unir a todos esos fantasmas que creen estar vivos, y darles una verdadera vida en la campaña y tareas que estén al alcance de sus posibilidades. Ahora bien, si Huacho no puede unificar esos pequeños liderazgos, el PAN podría aprovechar esa debilidad y atacar por ese flanco: divide y vencerás. Y así ‘Los Otros’ seguirán siendo los ‘otros’, los olvidados, en la política yucateca.