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Para hablar de Rogerio Castro, tenemos que ponernos en modo filosófico y preguntarnos: ¿qué es la suerte? Según la RAE, entre sus muchas acepciones, es “aquello que ocurre o puede ocurrir para bien o para mal de personas o cosas”. Dicen que la suerte no es buena ni mala, simplemente es suerte. Buena para aquellos que han tenido fortuna en algún sorteo o insaculación y han sido nombrados ganadores, mala para aquellos que no obtuvieron esa designación.

Hablemos, por ejemplo, de Rogerio Castro quien pareciera que, en el ya lejano 2015, estaba pasando por algún mitin de Morena, le llamó la atención, se acercó y firmó su afiliación al movimiento sin tener la más remota idea de qué es la política, y así, casi sin darse cuenta, ya estaba inscrito en un movimiento joven. En ese año, Morena obtuvo el 8% de la votación nacional, lo que le otorgó 47 curules en el legislativo federal. Una de esas sillas parlamentarias fue precisamente para nuestro amigo con suerte, Rogerio Castro. En aquel entonces, la designación de candidatos se hacía por insaculación, es decir, por sorteo, por ello, sin carrera política o preparación formal para ocupar el puesto, lo nombraron Diputado Plurinominal del periodo 2015-2018. Fue su primer golpe de suerte.

Al llegar a San Lázaro, se sintió tan afortunado que pidió licencia en 2017 para “competir” por la gubernatura yucateca. No obtuvo la candidatura, pero nuevamente el destino le tenía preparado otra buenaventura: al ganar AMLO la presidencia, lo nombró Secretario General del Instituto del Fondo Nacional de Vivienda para los Trabajadores (INFONAVIT).

En este punto, nos detenemos a preguntar: ¿la suerte es buena o mala? Para Rogerio, estos dos golpes de suerte son como haber ganado unos 15 o 20 “premios mayores” de la Lotería Nacional. Pues, pasar de ser un maestro de educación básica, a ser diputado federal y luego parte del gabinete presidencial es un ascenso sorprendente. Imagino que, para muchos políticos de izquierda preparados, con estudios de posgrado, doctorados y posdoctorados, no les cayó muy bien que alguien con tan poca preparación ascendiera tan rápido los peldaños del poder.

Hoy, Rogerio quiere ser nuevamente candidato a gobernador por Morena. Muy discretamente, mandó a tapizar la ciudad de Mérida con su imagen en la portada de un pequeño periódico digital. Posiblemente, este pequeño portal con menos de 10 mil seguidores haya pagado todos los espectaculares con la imagen de Rogerio para promocionar su mismo medio y no otra cosa, y esta promoción de su imagen sea otro golpe fortuito de esa suerte que tanto lo acompaña.

Eso sí, de lo que estamos seguros es que la principal cualidad de Rogerio Castro es estar siempre en el momento y lugar indicados.

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Por Revuelta